miércoles, 19 de noviembre de 2008

Oda a un país gueguense

Este país me somete a su pasión, a su locura,
a la droga de tardes incendiarias
donde volcanes caminan horizontes abajo
sin que nadie los detenga.

Este país me pone sus pies fríos sobre el pecho
su rostro de máscara ilegible extendido como burla.
Me obliga a implorarle al viento que me explique la
voracidad de este engaño.
El rasguño, el rapto, el olor a podrido que se escapa a veces
de sus flores
más esplendorosas.

Este país sabe que no quiero ver su vientre adolorido,
sus vísceras laceradas, las cicatrices de múltiples heridas
la huella de punzantes dardos, de puñales enterrados.

Este país me hace odiar que mis sentidos no discriminen
y borren las visiones oscuras antes de que me toquen:
Espaldas apaleadas que gimen como bocas,
rostros maltrechos desalojados por la esperanza.

Este país suda sus mediodías luminosos
para que yo crea en la torva perversidad de su belleza.
Para que no levante el sudario resplandeciente de sus
paisajes,
y vea a la muerte traficando huesos bajo mis narices.

Embadurnada de lágrimas me tiene este país.
Sale la luna alfanje a descabezar luciérnagas.
Los grillos cantan notas de sopranos imposibles.
Los vientos alisios revietnan olas invisibles en mi balcón.

Pero ya no hay belleza que me engañe,
ni arrullo que me haga dormir.

viernes, 24 de octubre de 2008

Llamado por los malos poetas

LLAMADO POR LOS MALOS POETAS

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas malos.
Dos, cien, mil malos poetas se necesitan
más para que estallen
las diez mil flores del poema.

Que en ellos viva la poesía, la innecesaria,
la fútil, la sutil poesía imprescindible.
O la in versa: la poesía necesaria,
la prescindible para vivir.

Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando a la Reina de España.
(Ahora España ha vuelto a ser un reino
y tiene Reina, y Rey del reino.
España es un tablero
de alfiles politizados y peones recién comidos:
a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).

Y aquí hay torres de goma,
alfiles politizados y damas policiales
vigilando la casa.
A la caza del hombre, por hambre,
corren todos, saltan de la cuadrícula
y son comidos.
Todo eso abunda: faltan los poetas, l
os mil, los diez mil malos,
cada uno armado
con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novela en preparación.
Ah.. y los curricola, y sus diez mil applys nos faltan.

No es la muerte del hombre,
es una gran ausencia humana
de malos poetas.

Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios, folios de cartulina,
ilustraciones de gente amiga,
cenas con gente amiga, exégesis,
escolios, tiempo perdido como todo.

Se necesitan poetas gay,
poetas lesbianas, poetas consagrados
a la cuestión del género,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio,
al arte y a la industria, a la estabilidad
de las instituciones, a la mancha de ozono,
al agujero de la revolución, al tajo agrio
de las mujeres,
al latido inaudible del pentium
y a la guerra entendida como continuidad
de la política, del comercio,
del ocio de escribir.

Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras
y Marthas que escriban. Nombres
para poetas, anagramas, seudónimos
y contraseñas para el chat room del verso
se necesitan.

Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.
Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.
Una poesía de los salones de lectura de versos.
Una poesía por las calles
(venid a ver los versos por las calles...)
Una poesía cosmopolita
(subid a ver los versos por la web...).
Una poesía del amor aggiornado
(bajad a ver poesía en el pesebre del amor...)
Una poesía explosiva: etarra,
ética, poéticamente equivocada.

En los papeles, en los canales culturales de cable,
en las pantallas y en los monitores,
en las antologías y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y más malos poetas:
grandes poetas celebrados pequeños,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, miméticos, deteriorados
por el alcohol, descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo idiotizados
por el rock, odiados, amados
por la gente aquí.

En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso
de la oficina, entre dos clases de gramática,
en clase media, en barrios vigilados se buscan.
¿Habrá en la tropa? ¿En los balnearios,
en los baños públicos
que han comenzado a construir?
¿En los certámenes de versos?
¿En los torneos de minifútbol? ¿Bajo el sol quieto?
¿A solas con su lengua?
¿A solas con una idea repetitiva?
¿Con gente? ¿Sin amor?
No es el fin de la historia, es el comienzo
de la histeria lingual. Todo comienza
y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo: Te necesito nene.
Para empezar te necesito. Para necesitar,
te pido ese minuto de poesía que necesito,
necio: quisiera ver si me devuelves
el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me bañes todo con la trivialidad del medio.

Y en medio del camino,
en el comienzo de la comedia terrenal,
quiero vivir la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.
Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imbéciles,
nuevas propuestas para el cambio,
causas para temer, para tener,
aquí en el sur.

Y arriba España es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos, suecas
a la sombra de un Rey.
Riámonos del Rey. De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensueño compartido.
La realidad de España es
su filosa lengua pronunciando la eñe
y su mojada espada pronunciando
el orden del capital y la sintaxis.

¡Ay, lengua: aparta de mí
este cuerno de la prosperidad
clavado en tu ingle, suturada de chips,
y cubre nuestras heridas
con el bálsamo de los malos poemas..!

lunes, 28 de julio de 2008

LLuvia

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro apretado destino, en nuestra imposible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los tambores de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada.
Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana;
increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al resflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

sábado, 5 de enero de 2008

RELACIONES

Se sienta a la mesa y escribe
"con este poema no tomarás el poder" dice
"con estos versos no harás la Revolución" dice
"ni con miles de versos harás la revolución" dice

Y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

No ganará plata con ellos
no entrará gratis al cine con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

Ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará gracia o perdón por ellos

"Con este poema no tomarás el poder" dice
"con estos versos no harás la Revolución" dice
"ni con miles de versos harás la Revolución" dice
se sienta a la mesa y escribe

Juan Gelman. (1973)